Editorial

Podríamos retrotraernos a 80 años de caída del PBI per cápita y una ininterrumpida historia de fracasos políticos y económicos que llevó a nuestro país al fondo de la tabla en la mayoría de los rankings, que se construyen para medir la evolución de los países; pero el momento exige foco, objetividad y concentración para lograr una solución que nos permita caminar hacia la salida de esa historia que se agrava con la pandemia que asola al mundo y debe ser una construcción colectiva, no de “iluminados”.
Debemos dar una muestra de racionalidad y seriedad para demostrar en esta profunda crisis, que queremos salir, que tenemos un norte, que sabemos adónde queremos ir y que el camino se construye generando CONFIANZA y no incertidumbre a cada paso. Confianza para que, en este mundo de tasas bajas y excesos de liquidez para rescatar el nivel de actividad, las empresas con vocación de invertir nos elijan para lograr construir un crecimiento sostenido en el largo plazo por la estabilidad en las reglas de juego.
Indudablemente no estamos dando estas señales, ya que lo que leemos a diario es la lista de las empresas que nos abandonan por la falta de señalización en el camino a recorrer. Las empresas no solo se retiran de Argentina, también lo hacen de otros países por estas u otras razones, pero a nosotros nos deben preocupar y ocupar nuestros problemas.
Sin reglas claras, sin objetivo común y sin dejar de dar señales confusas, como el respeto o desprecio por la propiedad privada, para citar un ejemplo, volveremos a transitar el camino que nos ha llevado a ser uno de los fracasos económicos más inexplicables de la historia contemporánea.
Es hora de que empecemos a dar señales que generen la confianza para crecer, disminuyendo la pobreza con inclusión social, recuperar nuestras gestas educativas y ser el país que supimos ser y que no supimos sostener a pesar de nuestro potencial y de las oportunidades que el mundo nos dio.
¿Qué esperamos?