Lic. Gustavo Lopez, Consultor de Fundación Producir Conservando

Las proyecciones de cosechas cambian al ritmo de las condiciones climáticas en ambos hemisferios. Esto se traduce en precios al alza del complejo sojero y rápidamente se traslada a las cotizaciones locales.
Hacia inicios del año, las primeras proyecciones de diversas fuentes coincidían en un año de recomposición de la producción mundial de la mayoría de los commodities, entre ellos la soja, producto de una mejora sustancial en el área sembrada en los Estados Unidos.
Ello era coincidente con previsiones optimistas para el maíz, también producto de los incrementos en la oferta del principal productor y exportador mundial: Los Estados Unidos.
Sin embargo, las condiciones climáticas poco favorables en el país del norte hacia el inicio del ciclo, con escasas reservas hídricas en los suelos, hicieron dudar de los records proyectados.
Es así que el propio USDA en su informe de julio, sorprendió a todo el mercado con bajas de relevancia en ambos cultivos, respecto de lo oportunamente proyectado, que alcanzaban aproximadamente las 20 mill/ton en cada uno. En maíz por ajuste de la superficie bajo siembra, y en soja por área y rendimientos.
Pero no fue tan así, el clima tendió a estabilizarse con oportunas lluvias en el corazón maicero americano, en pleno desarrollo de ambos cultivos, a tal punto que en su último informe de agosto, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos nuevamente proyecta volúmenes relevantes para ese país, con la consecuente previsión de acumulación de stocks y perspectivas de precios menos optimistas.
No obstante, nada está dicho aún y no llamaría la atención nuevos ajustes, dada la alta variabilidad de las precipitaciones en un año caracterizado como neutral, pero con probabilidades de registros de lluvias por debajo de lo normal.
Por ahora, el cuadro de oferta y demanda de soja en USA se ve mucho más holgado, con una producción que superaría las 120 millones de toneladas, un ritmo de molienda similar al año anterior y unas previsiones de exportación de poroto que alcanzarían un record cercano a las 58 millones de toneladas.
Por su parte, nuestro vecino Brasil, espera una súper cosecha de más de 130 millones de toneladas, y exportaciones de materia prima superiores a las 84 millones de toneladas.
La producción conjunta de ambos países alcanzaría el 68% de la oferta mundial y más del 85% del comercio mundial de poroto, seguido muy de lejos por Argentina que solo aportaría el 5% del comercio de materia prima, aunque continúa liderando el del aceite y harinas.
Esta mayor oferta se compensaría con un consumo, que a pesar de la pandemia que continua asolando al mundo, crecería en especial para los forrajes y los oleaginosos de mayor contenido proteico, para cubrir las necesidades de una demanda de todas las carnes muy firme.
Prueba de ella es la previsión para este año de las importaciones chinas de soja que se ubicarían en 100 millones de toneladas respecto de los 82 millones de toneladas de tan solo dos años atrás, cuando el gigante asiático atravesaba el pico de la pandemia de peste porcina africana, que diezmo los planteles locales de cerdos.
Ante este marco, todas las miradas del mercado se centran en el “corn belt” americano y en el Hemisferio Sur, en especial en Argentina, donde la escases de lluvias empezó a ser la variable de ajuste de un área y producción que se preveía similar a la del ciclo pasado y hoy genera grandes interrogantes.
Si bien restan al menos un par de meses para el inicio de la siembra, la incertidumbre en los productores en la elección del cultivo sigue siendo muy alta.
El comportamiento de los precios locales del maíz y la soja en las últimas semanas, muestran una fuerte suba siguiendo a los precios internacionales. Las mejoras tanto para la mercadería disponible, como para las posiciones de salida de cosecha crecieron en ambos productos en forma significativa.
Esto es más notorio en maíz, donde los productores ante precios atractivos para la nueva cosecha (150 dol/ton), la incertidumbre de la oferta, las variaciones en el tipo de cambio, y los rumores de ajuste en las retenciones, aprovecharon para vender ya el 10% de la futura cosecha, algo así como 5.5 millones de toneladas, que se suman a un volumen relevante de trigo nuevo ya vendido en torno a las 4 millones de toneladas.
Ello no se observa en soja, donde las ventas anticipadas solo alcanzan 1.5 millones de toneladas de una producción que podría fluctuar en torno a 52/53 millones de toneladas.
Esto reafirma el concepto que para el productor la soja continua siendo su “moneda de cambio” que lo protege antes las variables que le es imposible manejar (tipo de cambio, retenciones, etc.).
Sin duda los precios son algo menos atractivos a los esperados a cosecha (240 dol/ton), a pesar de los esfuerzos de la demanda que tanto en materia de exportación como de industrialización presenta márgenes muy bajos, e incluso negativos en posiciones cercanas y de nueva cosecha.
Recordemos que la presión tributaria solo en materia de derechos de exportación sobre el complejo sojero, sin distinción entre poroto y sus derivados es del 33%, porcentaje similar al registrado hacia el ciclo 2011/12 (35%) con la diferencia que por entonces los precios FOB de la soja superaban los 600 dol/ton, en tanto que en la actualidad difícilmente alcancen los 380/385 dol/ton.
Lo expuesto nos hace reflexionar sobre la necesidad de una reforma del sistema tributario argentino, eliminando los impuestos regresivos y distorsivos, como los derechos de exportación, por otros más equitativos como ganancias.
Al mismo tiempo contemplar incentivos claros, como el reintegro a las exportaciones, para aquellos productos de mayor valor agregado, resultante de la industrialización de las materias primas.
Se esperan una buena cosecha de soja a nivel mundial, con consumos creciendo y stocks estables, en un marco de precios sin mayores variaciones.
No obstante se observa un mercado muy volátil en función a las condiciones climáticas, que lleva a fuertes oscilaciones en los precios mundiales y locales de la soja y el resto de los commodities. Esta marcada variabilidad climática, agudizada en nuestro país, genera una fuerte incertidumbre en los productores a la hora de elegir el cultivo a sembrar.
Sera fundamental el seguimiento de estas variables, así como las relacionadas al comportamiento de la economía (tipo de cambio, retenciones, etc.) para poder inferir el comportamiento futuro de los precios del complejo.